Los ataques eran constantes y de una severidad tal que lo llevaban incluso a quedar postrado días enteros. Una vez ascendidos todos los ochomiles en verano o periodo cálido, el reto para algunos alpinistas era hacerlo en invierno. Restringió sus posibilidades de hacer deporte, actividad que le apasionaba y que igualmente practicó aunque muchas veces sus amigos debían cargarlo para volver a su casa.
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